Las personas con estos trastornos experimentan una ansiedad desadaptativa; se trata de una preocupación excesiva, irracional y permanente en ocasiones sobre un conjunto de acontecimientos o actividades, tales como el trabajo, la escuela, los amigos y la familia, y en ocasiones sin origen aparente. Este miedo desproporcionado lleva a la persona a evitar situaciones y/o estímulos temidos o imaginados como temidos, lo que afecta su funcionalidad y desempeño personal, familiar y social.

La tristeza, apatía, pérdida de interés ante las actividades cotidianas y placenteras, así como descuido en el autocuidado, baja autoestima y percepción de pobre autoeficacia que acompañan a la depresión; impiden a las personas alcanzar sus metas. Las personas con este tipo de trastornos no solamente tienen afectado su desempeño cotidiano, sino que evalúan negativamente su experiencia vital y ven su futuro de forma desesperanzadora.
La exaltación, inquietud, activación, euforia o irritabilidad excesiva, que acompañan la manía, también impide a las personas alcanzar sus metas, valorar la realidad y tener un desempeño adecuado en la vida cotidiana.

Las personas con alucinaciones y delirios, pierden la capacidad de hacer un apropiado juicio de la realidad y del contexto, que impide no solamente su desempeño sino un relacionamiento adecuado con el medio. La presencia de conductas inadecuadas o extrañas o de inquietud motora, junto con la pérdida del funcionamiento en la vida cotidiana, complica el cuadro, conduciendo al aislamiento, marginación y deterioro funcional.